viernes, 22 de enero de 2016

NOTICIAS LITERARIAS. Reseña de "La herencia de Eszter", de Sándor Márai

La herencia de Eszter

Sándor Márai

Premio Blanco Amor. Alianza, 2000. 154 páginas


La herencia de Eszter
se anticipa en el estilo depurado que más extensamente desarrollará Marai. Sea muy bienvenida esta recuperación

BEATRIZ HERNANZ | 21/02/2001 |  Edición impresa


Existen heridas que el tiempo no puede sanar. Y seres abocados a la derrota, habitados por un amor que se instala en el centro de sus emociones para ocupar toda una vida en su autodestrucción. De esa fatalidad se ocupa esta hermosa y extraña narración, protagonizada por una mujer madura, Eszter, que ya no espera nada sino la muerte y quiere recordar la historia determinante de un día de su vida, en que fue desposeída de sus esperanzas, un día en el que vuelve a aparecer Lajos, el amor de su vida, viudo de su hermana, tras años de ausencia.

Escrita en primera persona, como un testamento emocional y psicológico, Eszter va desgranando una existencia truncada, talada de raíz en sus más legítimas aspiraciones. Como si de una novela de suspense se tratara, el lector no puede detenerse en la narración, que se configura en un crescendo de inexorabilidad. El regreso de Lajos, el mentiroso, fascinante y vividor, le recuerda a Eszter su mediocre y tranquila vida: "Sentí que todo lo que caracteriza a un ser humano -su fuerza, su manera de comportarse- hace revivir en sus adversarios unos determinados momentos de sus vidas pasadas" (pág. 60). Y de esta manera repasa su existencia, las personas que han habitado sus años malgastados. También esos muertos que parecen acabados, pero que un día reaparecen y vuelven a actuar en nuestras vidas.

Con precisión de entomólogo, la narradora va diseccionando los comportamientos, el carácter de las personas que la rodean en ese día decisivo, en los desaparecidos que también interactúan en el desenlace final. Hace recuento de su vida y erige su derrota como si de un pendón de victoria se tratara. Ese pesimismo resignado impregna la aceptación de su destino, la fatalidad de un amor que la ha marcado hasta el final: "En la vida nada llega a tiempo [...]. Sin embargo, un día nos damos cuenta de que todo ha ocurrido determinado por un orden perfecto [...]" (págs. 142-143).

Sándor Márai, nacido en la ciudad húngara de Kassa, hoy perteneciente a Eslovaquia, en 1900, es un autor que ha sido redescubierto en nuestro idioma cuando Emecé (ahora Salamandra) publicó El último encuentro hace un año, su novela más conocida, escrita en 1942. La herencia de Eszter, redactada en el simbólico año de 1939, se anticipa en el estilo depurado, exacto y muy personal que más extensamente desarrollará nuestro autor. Sea muy bienvenida esta necesaria recuperación de una escritura que analiza la psicología de sus personajes hasta el límite, porque hasta en la historia más anodina de un hombre nos encontramos en el territorio fronterizo de las pasiones del ser humano, en su esencia. Márai en esta novela nos acerca a los confines de esa indagación, a la metáfora terrible del individuo y su relación con el otro en una época que resume las contradicciones del siglo XX: "el tiempo lo quema todo en nosotros, todas las mentiras. Lo que queda es la realidad" (pág.146). 

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