lunes, 4 de enero de 2016

"Drácula": temas (8)


La antimadre

     Vemos esto de forma más explícita en la muerte final de Lucy, que representa la consecuencia de su relajada sexualidad: muere en manos de los tres hombres que alguna vez desearon casarse con ella. Comienza como una buena mujer, si bien superficial, con un cabello de “rizos dorados” que es descrita en términos de dulzura y pureza. Después de ser contaminada por Drácula, sin embargo, la palabra que más a menudo se utiliza para definirla es “voluptuosa”. En su metamorfosis como La Mujer de Blanco su cabello se torna oscuro, símbolo de la luz contra la penumbra, del bien contra el mal. Como la “antimadre” que atrae a los niños al cementerio y arroja un bebé, “insensible como un demonio”, a la tierra. Es un paralelo a la representación de la antimaternidad de las tres novias/hermanas de Drácula, que con entusiasmo arrebatan el bolso que contiene un bebé que Drácula les ofrece como reemplazo de Jonathan. La reacción de los hombres a la transformación de Lucy es reveladora. Cuando Van Helsing informa a Seward de lo que pretende hacer con el cuerpo “no muerto” de Lucy, Seward escribe: “Me hizo temblar pensar en mutilar el cuerpo de la mujer a quien yo había amado. Sin embargo, el sentimiento no fue tan fuerte como yo esperaba. Yo estaba, de hecho, comenzando a estremecerme ante la presencia de ese ser, ese no-muerto, como Van Helsing lo llamó, y a detestarlo”. El deseo que Seward sentía por Lucy se había convertido en odio, y ya no había vuelta atrás. Como Carol A. Senf señala: “La rapidez de los cambios implica un grado de malignidad latente que es fácilmente desatada por la iniciación sexual”.
     En el encuentro inicial de los hombres en el cementerio con la vampira Lucy, ella llama Arthur: “Ven a mí, Arthur. Deja a los demás y ven a mí. Mis brazos tienen hambre de ti. Ven y podemos estar juntos. Ven, marido mío, ¡ven!”. Seward escribe que su voz es “diabólicamente dulce… como el tintineo del cristal cuando se golpea –la cual resonó a través de [sus] cerebros” y los encantó. Esta descripción de la voz de Lucy es similar a la de las tres vampiras que atrajeron a Jonathan con una risa que era “como el intolerable tintineo dulce de los vasos de cristal, que me causó un hormigueo en las manos”, en lo que es una clara reminiscencia a las sirenas de la mitología griega. Es un truco, la novela parece decir: esas mujeres no son dulces; son crueles y quieren matar (o al menos confundir) a los hombres con su sexualidad recién descubierta.

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