lunes, 19 de octubre de 2015

NOTICIAS LITERARIAS. Entrevista al narrador José Ovejero, sobre su novela "Los ángeles feroces"

   En "lacuevadelerizo.com":

Entrevista a José Ovejero, narrativa realista al servicio de una realidad desenfocada
16 octubre, 2015  //  Entrevistas a escritores. Conociendo al autor
Los libros que nos hablan de futuros posibles tienden siempre a ser etiquetados como lecturas de género. Pero, ¿qué podría decirse de un autor que conjuga todos esos elementos y nos habla de la realidad más presente? Hay veces que las oportunidades no pueden perderse, y en el mismo momento en que José Ovejero accedió a que le preguntara por su obra Los ángeles feroces, vi ante mí la posibilidad de encontrarme con un autor que entiende de literatura, que vive y cambia la realidad de quien le lee, y que provoca en el lector la sensación de estar ante alguien cercano que nos lleva de la mano por un laberinto que tenemos que descubrir.
De lo que supuso mi lectura de su novela, nacen estas preguntas que más que una entrevista pretenden ser una conversación sobre cómo leer debiera convertirse en una experiencia más allá de una sucesión de páginas y contenido.
Sergio Sancor 
Para entrar en situación y que los lectores pueden hacerse una composición del lugar en el que vamos a entrar. ¿De dónde surge Los ángeles feroces?
Hace años imaginé una escena en la que una mujer, desde un dormitorio, contempla un rascacielos ardiendo, y un hombre ve el reflejo de la mujer en el cristal, enmarcado por la orla de fuego. La imagen, que no significaba nada para mí, no se me fue de la cabeza y mucho más tarde la escribí. Ahí nacieron Alegría y AM, dos de los protagonistas de Los ángeles feroces“.
TODOS SOMOS ACTORES SECUNDARIOS
Da la sensación, una vez leída la novela, que estamos ante una historia llena de ramificaciones que se unen entre ellas y la dotan de un sentido mucho mayor de lo que creeríamos a primera vista. ¿Cómo se conjugan todas esas tramas para que el puzzle se complete con acierto?
La vida no tiene protagonistas: todos somos actores secundarios. Ya sé que una novela no tiene por qué reflejar la vida, que es un ejercicio de imaginación que crea sus propias reglas. Pero hace tiempo que vengo escribiendo una y otra vez novelas en las que se replica esa multiplicidad de tramas que vivimos en un solo día. Así que, casi sin proponérmelo, empecé a desarrollar historias de personajes a los que une un solo nudo: la sangre de Alegría. Su sangre se convierte en el objeto del deseo, pero al mismo tiempo todos tienen en sus vidas otras preocupaciones, otros problemas, que son parte de la novela”.
Pero es cierto que una novela no es un conjunto desordenado de escenas: es un universo en el que hay un orden interno, más o menos aparente. Una vez que escribí un número bastante elevado de escenas, me puse a montar el puzle. El lector debía percibir la complejidad, pero al mismo tiempo ser capaz de moverse en ese espacio sin perderse, casi sin esfuerzo, como quien camina por un laberinto que ya conoce”.
Pero puede que ese laberinto en el que nos introduces no tenga ninguna salida…
¿A dónde quieres salir? El mundo no tiene salida, tampoco la vida la tiene –no, la muerte no es una salida, es el fin, sin más-. Esas salidas redentoras que a veces nos ofrece la literatura no son más que consuelo para almas cándidas. De lo que se trata no es de salir, sino de aprender a movernos en el laberinto. El lector como Minotauro, una imagen que me gusta”.
los-angeles-ferocesAM – uno de los personajes principales de la novela – , o al menos sus cuadernos, nos dicen en un momento determinado: el futuro es una construcción que tan sólo refleja lo que ya sucede en el presente. En vista de lo que sucede en la novela, ¿todo lo que estemos a punto de vivir entonces ya lo estamos viviendo?
Eso es. Esta novela, que al principio puede parecer postapocalíptica, en realidad habla del presente. Como advierte el narrador, esto no es el ocaso de la civilización, es la civilización. Y si el apocalipsis llega no vamos a darnos cuenta porque estamos demasiado ocupados intentando pagar la hipoteca o encontrar un empleo. Así que la novela no habla del futuro, sino de un presente del que participamos todos”.
Alguien podría decir que estamos ante una novela de género, de ciencia ficción, pero aunque sus elementos estén integrados, yo creo que estamos ante una novela bastante realista, ¿sirven esos elementos que hacen referencia a un futuro posible, siempre, para describir lo que está sucediendo hoy en día?
Creo que al entrar en esta novela se produce una sensación de extrañamiento. El mundo que se describe es un mundo inventado, la novela es un ejercicio de imaginación, no de reproducción fotográfica. Pero al mismo tiempo todo resulta familiar: no hay artilugios ni seres ni instituciones que no conozcamos. Y el espacio, aunque se trate de una ciudad también inventada, resulta peculiarmente reconocible. Quizá porque la técnica narrativa es realista, pero al servicio de una realidad desenfocada, que no acabamos de precisar del todo”.
TODOS ESTAMOS EN CONFLICTO ÍNTIMO
Una de las características principales de los personajes es que todos esconden algo y no existen los arquetipos de buenos y malos. Hay personas que huyen, y otras que persiguen, pero en el fondo cada uno es enemigo de sí mismo. ¿No dejaremos nunca de tener miedo de nosotros mismos?
Mis personajes acaban siempre por ejercer una fascinación sobre mí que hace que no me plantee criterios morales: me interesa su comportamiento, como me interesan sus necesidades y sus conflictos interiores. ¿Que todos esconden algo? ¿Y quién no? ¿Que ignoran las razones de sus comportamientos? ¿Y quién las conoce? Todos estamos en conflicto íntimo, en unas etapas más que en otras, pero siempre. Nuestro “yo” no es un solista, sino un coro de voces no siempre armónicas. Y tenemos miedo de que triunfe esa parte de nuestro “yo” que podría hacernos más daño“.
LOS HOMBRES SE CREEN LIBRES
¿Puede que, por ese miedo, es por lo que tus personajes actúan como lo hacen sin prestar especial atención a las consecuencias?
Como digo, mis personajes suelen ignorar las razones por las que actúan. Y te confieso que a mí me pasa lo mismo: a menudo no sé por qué hacen lo que hacen. Sencillamente, me parece coherente con la idea que me he hecho de ellos y lo escribo, pero no me preguntes demasiado por las motivaciones… Te recuerdo aquello que escribió Spinoza: los hombres se creen libres porque conocen sus deseos pero ignoran las causas de sus deseos“.
Aunque estamos ante unos supuestos cuadernos de uno de los personajes, es como si como autor aparecieras en algunos pasajes poniendo en contexto al lector y permitiéndole ver, antes de que sucedan, los acontecimientos que está a punto de vivir. ¿Lo pensaste así desde el principio?
Es muy interesante lo que sucede con el narrador en esta novela. Para unos lectores, el narrador es AM, y lo que leemos son sus cuadernos. Para otros, el narrador es el hermano de AM, ese hikikomori enloquecido y encerrado con sus ordenadores, y las notas de AM entonces solo serían epígrafes que dan inicio a una serie de escenas.
LAS CONVENCIONES ESTÁN PARA ROMPERSE
Pero ¿no es siempre el narrador una convención? Nos esforzamos por identificarlo con alguien, pero el narrador no es más que un personaje que participa en la trama o que la narra desde fuera (también el omnisciente funciona como personaje, tiene sus opiniones y sus valores y su carácter, aunque no de manera explícita). Y yo decidí que, si es una convención, las convenciones pueden romperse. El narrador es ese Virgilio que te guía por el infierno, pero en este caso es un Virgilio múltiple. A veces habla en primera persona, a veces en tercera omnisciente, a veces es un narrador que duda y advierte de que no sabe lo que está pasando.
En ese mundo confuso y que parece descomponerse, me parecía interesante también que el propio narrador se enfrentase a su propia descomposición. No hay nadie que pueda, de verdad, explicarnos lo que sucede. Pero todos necesitamos seguridad, y queremos al menos saber quién nos cuenta las cosas, tener la impresión de que podemos fiarnos de él”.
EL TIEMPO ES UN INVENTO DE LOS PODEROSOS
jose-ovejero-2El tiempo es un invento de los poderosos. Todo está ocurriendo ahora. Estas palabras son de AM y nos hacen pensar que todo aquello que estamos leyendo en realidad poco tiene que ver con la imaginación sino con la realidad más cruel. De hecho, aparecen algunos destellos de personas de la vida real como son el Che Guevara o Kennedy. Si nos atenemos a lo que sucede en Los ángeles feroces, ¿es posible que ya lo hayamos vivido y no nos hayamos dado cuenta?
Esto está relacionado con lo que respondía a la tercera pregunta. Pero, por ampliar un poco, ese “todo está ocurriendo ahora” lo que significa es que lo que de verdad importa es el presente, a menudo oculto por promesas, ideologías, proyecciones hacia un futuro que llegará un día si actuamos como se nos exige. Pero los personajes de Los ángeles feroces no tienen objetivos a largo plazo; lo que tienen son necesidades inmediatas, es decir, conflictos que resolver en el presente.
LO IMPORTANTE ES RECONOCER LOS DISCURSOS QUE NIEGAN CUALQUIER POSIBILIDAD DE DISIDENCIA
Con lo que ese “futuro que llegará” no deja de ser un placebo para mantenernos callados, no seremos capaces de crearlo nosotros mismos…
A menudo es así: la promesa del paraíso oculta el infierno del presente. Pero de todas maneras creo que sí es bueno ser capaz de imaginar un futuro; sin una posibilidad de cambio te quedarías quieto.
Fíjate que si la estrategia de dominación fue siempre la de prometer un futuro –un más allá- que compensaría de las penurias del presente, con el advenimiento del postcapitalismo se nos anunció el fin de la historia: habíamos llegado al régimen perfecto, que no podríamos sustituir por otro; por lo tanto, cualquier proyecto transformador sería inútil. Ese presente totalizador es también una ficción, como lo era el paraíso del proletariado. Lo importante es reconocer esos discursos que niegan, cada uno a su manera, cualquier posibilidad de acción real, de disidencia.
IMPONER UNA INTERPRETACIÓN
Los ángeles feroces, aunque parece tener un punto y final, en realidad no termina, emplazándonos a leer aquellos momentos que no aparecen en la novela, ¿buscas que cada lector pueda vivir una experiencia distinta con su lectura?
Da igual lo que yo busque: cada lector vive una experiencia distinta al leer una novela, la interpreta a su modo. Lo que yo hago es no enfrentarme a esa consecuencia inevitable de la lectura, no intentar cerrar al máximo la historia para imponer una interpretación. Así que busco al lector activo, a ése que no desea que le expliquen el mundo, que no necesita a un escritor-maestro, sino más bien que le planteen problemas que le atañen y le inciten a buscar su resolución.
Aunque cuando hablamos de una novela siempre acabamos refiriéndonos al contenido, a los temas. Y creo que no hay que dejar de lado la experiencia estética, el puro placer de la lectura ante imágenes, escenas, construcciones, frases que nos conmueven o excitan nuestra imaginación”.
Convertir, por tanto, la lectura es una experiencia vital, no sólo en una sucesión de páginas e información…
Por supuesto. En realidad, para conseguir eso necesitas que algo en el lector conecte con lo que está leyendo, que esa puerta que es el libro y que parece abrirse hacia el exterior, también comunique al lector con su interior”.
Has dicho que esta no trata de ser una novela social ni de denuncia, pero hay elementos en los que la política y las nuevas tecnologías aparecen reflejadas como aspectos negativos – aunque a veces necesarios – de lo que viven los personajes. ¿Es casi inevitable, para un escritor, que se le encasille en estas etiquetas cuando hay conceptos de este tipo en sus novelas?
Sí parece inevitable. Siempre me acaban preguntando por lo que quería decir con una novela, cuál es el mensaje. Escribir una novela para denunciar la desigualdad o tal o cual injusticia me parece una pérdida de tiempo; parece más razonable escribir una columna en un periódico.
Pero eso no significa que mis obras no sean políticas. Si Los ángeles feroces se percibe como política es porque conecta con un malestar, con una rabia que son los de la época en la que está escrita. En realidad, eso es lo que han hecho siempre las buenas novelas: no convertirse en sermón, sino establecer una conexión emocional e intelectual con los miedos, las fantasías y los deseos de su tiempo.  Si el realismo pretendía retratar la sociedad tal cual, y en buena medida fracasó en ello pues lo que retrataba sobre todo eran los juicios morales del escritor, mi novela lo que pretende es inventar una realidad nueva, pero que remite una y otra vez a ésa en la que escribo”.
NECESITABA ALGO MÁS DESAFORADO
la-invencion-del-amorLa sensación con esta novela es la de un cambio radical respecto a tus anteriores obras (me vienen a la memoria La invención del amor Mujeres que viajan solas), ¿era un cambio necesario para ti?
Las obras que citas son obras más contenidas, se mantienen en el marco de lo privado, intimistas, muy pendientes del matiz. Los ángeles feroces es una obra más explosiva, que entronca mejor con otra novela mía, La comedia salvaje; también por el uso mayor de la imaginación, de la libertad creativa.
Sí necesitaba un cambio después de La invención del amor; aunque tenía en la cabeza –no solo en la cabeza, también cincuenta páginas en el ordenador- una novela de corte similar, me di cuenta de que necesitaba descansar de lo psicológico, de las relaciones personales, y liberarme un poco, hacer algo más desaforado, más amplio. Rara vez me he sentido tan excitado escribiendo como con esta novela. Y rara vez he tenido tantas dudas”.
MIEDO A LA BANALIDAD
 Puede ser porque cuanto más amas a la criatura más miedo tienes a que fracase en su crecimiento…
Creo que la razón es otra, porque recuerdo que me pasó lo mismo cuando escribí La comedia salvaje. Cuando estás escribiendo una novela más realista tienes una idea de si los personajes son sólidos, sus relaciones interesantes, las situaciones atractivas… De alguna manera, tienes la realidad como punto de comparación. Pero cuando trabajas en una novela ambientada en un mundo inventado –y la guerra civil de La comedia salvaje era un disparate imposible-, con personajes a los que suceden cosas extraordinarias siempre tienes –tengo- miedo de caer en la banalidad, en los fuegos de artificio, en un mero juego espectacular. Ahora que lo pienso, si Los ángeles feroces muestra un presente distópico, La comedia salvaje mostraba un pasado distópico. Y yo, como escritor, siento que tengo que tantear mucho más el terreno por el que camino en lugares así”.
Para terminar, después de este viaje de la mano de AM y Alegría, ¿se impone un descanso o ya hay un siguiente proyecto sobre la mesa?
No voy a poder ponerme seriamente a trabajar hasta enero. De aquí a entonces voy a hacer unos cuantos viajes, tengo que presentar la novela en distintas ciudades… Pero sí tengo varios proyectos en mente, algunos ya empezados y que están esperando a ver si los retomo. Pero hay un personaje de Los ángeles feroces que no se me va de la cabeza: Axelle, la niña feroz que acompañaba a Arnoldo; y cuando un personaje no quiere irse…

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